Anda la Pesoe necesitada de una nueva foto de la tortilla, aquel momento fundacional del felipismo trincante que alguien con muy mala leche tomó en un pinar a las afueras de Sevilla. Qué escena, qué tronío. Ni Cartier Bresson hubiese soñado con captar un instante tan decisivo. Allí estaban todos: Morritos Jagger, Yáñez el gafe, el bueno de Manolo y Arfonzo, hermano de su hermano como Nachojcolar es hijo de su padre. La foto fue tomada en 1974, diez años más tarde todos pastaban en jauja a cargo del contribuyente.
Los socialistas jóvenes de hoy ya no se van de picnic a la ribera del Jarama, ni a la Casa de Campo, ni a ningún otro sitio. El régimen son ellos. Gozan de heredamientos y baronías, viven en buenos barrios, ganan buenos sueldos, tienen buenos enchufes y trabajar, lo que se dice trabajar, no lo han hecho en su vida. De hacerse ahora esa foto hubiera tenido como fondo los cortinajes burdeos del Pedro Larumbe, los que dan a Castellana, a través de los cuales se ve al escolta difuminado echándose un pitillo apoyado en el techo del Audi oficial. Para eso mejor no sacarse la foto, que luego viene el aperreado militante de barrio bajo y se cabrea, con razón además. Hoy la Pesoe necesita enviar un mensaje distinto. El de un partido joven, desenfadado, cuajado de triunfadores de esos que, si alguna vez tuvieron algún principio, hace tiempo que lo han olvidado.
El problema es que candidatos sobran. Cada uno tiene los suyos. Que si Madina, que si García Page, que si la Chacona, que si el Pasmo de Parla… Yo tengo los míos, ahí van: Beatriz Talegón, Martu Garrote y Alberto Sotillos. Los tres madrileños porque un servidor también lo es. Madrid, además, es todo lo que queda de lo que un día fue España, es más, Madrid es España y el resto, como dice mi venerado padre, una cosa poco seria y poco de fiar. Punto. He dicho.
No me lo niegue, el mío es un auténtico dream team. Sólo de pensar que estos tres zangolotinos con felpa y papagayo mandan en la Pesoe me relamo de placer. Cabría la posibilidad de que, llegado el momento, hasta llegasen al poder, que la necedad y el voto van siempre unidos. En ese punto yo me decanto por la Talegona, que es miembra lista como un ratón colorao, para presidirlo. A Sotillos le dejaría Hacienda y a la Garrotina las carteras de Interior y Justicia reunificadas como en tiempos del cochero de Drácula, alias Belloch. Sotillos en Hacienda sería menos malo que Montoro. A diferencia del calvo miraría muy mucho lo de subir impuestos a las rentas altas porque tendría que subírselos a media familia, incluidos su padre y todos sus amigos. La Garrota, con esa energía de Cleopatra chamartinera, no iba a pasar ni una a los que van a Misa. Se iba a enterar el farcihmo de loh mercadoss lo que vale un garrote.
Un Gobierno así dejaría la zapateridad pajinesca en un juego de niños. Al gremio de la pluma nos daría unos años vibrantes, irrepetibles, de mote y cachondeo sin límites. A cambio el país quedaría en ruinas, devastado para varias generaciones. El garrotazo, la talegonada, la sotillía nos dejaría baldados para un par de siglos. Merecido que nos lo tenemos.
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