Primero vinieron con la dación en pago, luego lo harán con la condonación selectiva, más tarde con la total. Al tiempo. La idea es no pagar lo que se debe y que los acreedores se queden con un palmo de narices, y eso si tienen suerte, porque lo que dicta la teoría es apresurarse a dar el siguiente paso: la expropiación. "Vuestra crisis no la pagamos", repetían como monjes tibetanos los del 15-M en Sol hace casi dos años. Pues bien, van camino de ello. Todo es cuestión de ser pesado, pulsar los resortes adecuados en la opinión pública y el resto viene solo.
No se les puede echar nada en cara. Son coherentes. No como el Gobierno (este y el anterior), que, aunque se dice paladín de la seguridad jurídica, admitió y fomentó el impago generalizado de las cajas de ahorro cargando sus deudas en la espalda del contribuyente. Los que defendían aquel disparate de cubrir a cualquier coste los balances de esos bancos públicos, no sé bien con qué autoridad se quejan ahora. Si la CAM, CCM, Caixa Cataluña o Bankia y todos sus directivos a fuer de politicastros se fueron de rositas, por qué no habría de hacerlo este jardinero de Alicante que, en mala hora, contrató una hipoteca.
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