La cosa anda tan achuchada que no veo mejor manera de empezar el año que leyendo un libro, algo ligero, de historia, como estas joyitasque se encuentran en la tienda Kindle de Amazon. Ah, ¿qué ya las ha leído? Pues nada, acabo de subir uno nuevo para que continúe donde se había quedado. Desde ya está disponible la segunda y última parte de “Para habernos matado. Grandes batallas de la Historia de España”. Pensaba esperar todavía un mes más, pero el público manda, son varios ya los que me han escrito para preguntarme sobre la continuación de la serie y no voy a defraudarles.
De la primera parte he sacado una lección muy valiosa: el precio lo es todo en este mundillo de las librerías digitales. Como ya tengo tres libros arriba (cuatro con el que acabo de subir) y llevo desde finales de agosto metido en esto, he aprendido algunas cosas muy útiles que debería tener en cuenta todo el que quiera autopublicar en Amazon. Y no porque sea listo, sino porque los lectores me lo han ido diciendo con un simple clic. Gracias de todo corazón. Si usted no lee yo no escribo, así de sencillo.
He comprobado, por ejemplo, que entre precio y ventas hay una relación directísima. La primera parte de “Para habernos matado” ha vendido en un mes más que los otros dos libros juntos. Ha influido el hecho de ser una novedad, pero ninguno de los otros tuvo un arranque tan espectacular. El tema tampoco era nada del otro mundo, batallas antiguas contadas de un modo ameno, y se trataba de un libro muy breve. Pues bien, a día de hoy es el sexto más vendido en la sección de Historia para ebooks Kindle, y el séptimo en la sección de Historia de todo Amazon.es. No está mal para un autor desconocido que se publica a sí mismo. Para que quede constancia de la proeza he hecho una captura de pantalla.
La clave creo que ha sido el precio. Lo saqué a un euro, un precio psicológico ante el cual es difícil no apretar el botón de compra. Reconozco que esto ya me lo había advertido Daniel Rodríguez Herrera, pero como soy un cabezón al principio no le hice ni caso. La segunda parte la he rebajado aún más hasta los 89 céntimos. Quería dejarlo incluso más barato, en unos 50 céntimos, pero Amazon no lo permite, 0,89 € es el precio mínimo en el que se puede vender.
No hace falta que recuerde a los lectores que la primera parte también la he dejado en 89 céntimos. Luego, ya que estaba de rebajas, he metido un tajo a “Treinta siglos no es nada”, que se queda en 2,3 euros y a la “Enziklopedia Perroflauta”, el libro que ya debería haber leído y que sólo cuesta 2,6 euros.
Bien, mostrado el género, sólo me queda recomendarle el último de los títulos. Si la primera parte iba de la batalla de Baecula en el año 208 a.C a la de San Quintín en 1557, la segunda toma el relevo catorce años más tarde en el golfo de Lepanto, donde se libró una mítica batalla entre las fuerzas de la Liga Santa capitaneadas por Juan de Austria y las del Imperio Otomano al mando de Alí Bajá.
Lepanto fue, en palabras de Cervantes, “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”. Constituyó el cénit del dominio español sobre la tierra y el mar. A partir de ese momento las cosas empezaron a torcerse. Todo lo cuento con pelos y señales en quince batallas, algunas de las cuales peleadas tan al límite que hacen honor al título del libro.
Las batallas narradas en esta segunda parte son las siguientes:
· Lepanto (1571)
· La Armada de Inglaterra (1588)
· Nördlingen (1634)
· Rocroi (1643)
· Montesclaros (1665)
· Sitio de Cádiz (1703)
· Almansa (1707)
· Sitio de Cartagena de Indias (1741)
· Trafalgar (1805)
· Bailén (1809)
· Ayacucho (1824)
· Guerra del Pacífico (1866)
· Santiago de Cuba (1898)
· Ebro (1938)
· Krasni Bor (1943)
Todo con la marca de la casa naturalmente. El que me lea ya sabe que no me cae demasiado bien la familia Habsburgo (al menos su rama española) y que no me avergüenzo de ser español ni de la Historia de los que nos precedieron en el duro oficio de serlo.
Como en el libro anterior he incluido un prólogo cuyo comienzo anticipo a continuación:
El barco cede, pero no se hunde
A finales del siglo XVI el rey de España era, literalmente, el dueño del mundo. No había ni en Oriente ni en Occidente príncipe capaz de hacerle frente. Las bases de una hegemonía tan incontestable se habían sentado durante el reinado del emperador Carlos. Mediante una par de carambolas históricas, los periféricos pero belicosos reinos hispánicos habían cobrado un papel central en la historia universal.
La primera carambola fue la política matrimonial de Fernando el Católico, que obró el milagro de emparentar su estirpe con la de los Habsburgo, propietarios de la corona imperial. Milagro por llamarlo de algún modo, porque a los españoles de a pie esta casualidad dinástica les salió carísima en términos materiales. La segunda fue el descubrimiento de América, que llevó directo a su conquista y colonización. Las riquezas que los reyes obtenían de lo segundo se invirtieron casi en su totalidad en satisfacer los intereses de los primeros.
Así, sin comerlo ni beberlo, los españoles, que hacía menos de un siglo acababan de expulsar a los últimos musulmanes de la península, se encontraron con el dudoso honor de ser los árbitros del mundo. España, la católica España, “evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” se erigió en hegemón que lo mismo tenía que acudir en auxilio de los estados italianos ante la amenaza del turco, que batirse el cobre en Alemania frente a los luteranos.
Puede continuar leyéndolo en su Kindle (o en su iPad o en su tableta Android) junto al resto del libro. Y, no lo olvide, sin DRM, una vez lo compre el libro será suyo “in saecula saeculorum”. Amén.
La clave creo que ha sido el precio. Lo saqué a un euro, un precio psicológico ante el cual es difícil no apretar el botón de compra. Reconozco que esto ya me lo había advertido Daniel Rodríguez Herrera, pero como soy un cabezón al principio no le hice ni caso. La segunda parte la he rebajado aún más hasta los 89 céntimos. Quería dejarlo incluso más barato, en unos 50 céntimos, pero Amazon no lo permite, 0,89 € es el precio mínimo en el que se puede vender.
No hace falta que recuerde a los lectores que la primera parte también la he dejado en 89 céntimos. Luego, ya que estaba de rebajas, he metido un tajo a “Treinta siglos no es nada”, que se queda en 2,3 euros y a la “Enziklopedia Perroflauta”, el libro que ya debería haber leído y que sólo cuesta 2,6 euros.
Bien, mostrado el género, sólo me queda recomendarle el último de los títulos. Si la primera parte iba de la batalla de Baecula en el año 208 a.C a la de San Quintín en 1557, la segunda toma el relevo catorce años más tarde en el golfo de Lepanto, donde se libró una mítica batalla entre las fuerzas de la Liga Santa capitaneadas por Juan de Austria y las del Imperio Otomano al mando de Alí Bajá.
Lepanto fue, en palabras de Cervantes, “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”. Constituyó el cénit del dominio español sobre la tierra y el mar. A partir de ese momento las cosas empezaron a torcerse. Todo lo cuento con pelos y señales en quince batallas, algunas de las cuales peleadas tan al límite que hacen honor al título del libro.
Las batallas narradas en esta segunda parte son las siguientes:
· Lepanto (1571)
· La Armada de Inglaterra (1588)
· Nördlingen (1634)
· Rocroi (1643)
· Montesclaros (1665)
· Sitio de Cádiz (1703)
· Almansa (1707)
· Sitio de Cartagena de Indias (1741)
· Trafalgar (1805)
· Bailén (1809)
· Ayacucho (1824)
· Guerra del Pacífico (1866)
· Santiago de Cuba (1898)
· Ebro (1938)
· Krasni Bor (1943)
Todo con la marca de la casa naturalmente. El que me lea ya sabe que no me cae demasiado bien la familia Habsburgo (al menos su rama española) y que no me avergüenzo de ser español ni de la Historia de los que nos precedieron en el duro oficio de serlo.
Como en el libro anterior he incluido un prólogo cuyo comienzo anticipo a continuación:
El barco cede, pero no se hunde
A finales del siglo XVI el rey de España era, literalmente, el dueño del mundo. No había ni en Oriente ni en Occidente príncipe capaz de hacerle frente. Las bases de una hegemonía tan incontestable se habían sentado durante el reinado del emperador Carlos. Mediante una par de carambolas históricas, los periféricos pero belicosos reinos hispánicos habían cobrado un papel central en la historia universal.
La primera carambola fue la política matrimonial de Fernando el Católico, que obró el milagro de emparentar su estirpe con la de los Habsburgo, propietarios de la corona imperial. Milagro por llamarlo de algún modo, porque a los españoles de a pie esta casualidad dinástica les salió carísima en términos materiales. La segunda fue el descubrimiento de América, que llevó directo a su conquista y colonización. Las riquezas que los reyes obtenían de lo segundo se invirtieron casi en su totalidad en satisfacer los intereses de los primeros.
Así, sin comerlo ni beberlo, los españoles, que hacía menos de un siglo acababan de expulsar a los últimos musulmanes de la península, se encontraron con el dudoso honor de ser los árbitros del mundo. España, la católica España, “evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” se erigió en hegemón que lo mismo tenía que acudir en auxilio de los estados italianos ante la amenaza del turco, que batirse el cobre en Alemania frente a los luteranos.
Puede continuar leyéndolo en su Kindle (o en su iPad o en su tableta Android) junto al resto del libro. Y, no lo olvide, sin DRM, una vez lo compre el libro será suyo “in saecula saeculorum”. Amén.
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