Anda Chipre medio sublevado con el corralito bancario que sus políticos se han inventado para tapar el agujero de los bancos. Aquí, a este lado del Mare Nostrum, la gente, que todavía no sabe muy bien por donde cae Chipre, ve por la tele las imágenes de los chipriotas pancarta en mano cagándose en todo y se dice a sí mismo: "ya están estos griegos que tienen más trampas que un león armándola parda en la calle". Los chipriotas, aunque se les parezcan, no son griegos. Hablan en griego, piensan en griego y hasta protestan en griego, pero no son como los griegos.
Chipre es un país mucho más serio y de fiar. Es nación de honrados mercaderes y no de aviesos funcionarios. Apúnteselo: comerciantes igual a riqueza, funcionarios igual a pobreza. Entonces, ¿a qué tanto revuelo y tanto decir a voz en cuello que abandonan el euro y se van a Rusia con sus dineros? Es algo sencillo. Su Gobierno, es decir, sus funcionarios, han decidido meter la mano en sus cuentas bancarias para devolver un préstamo con el que previamente han echado una paletada de tierra sobre los balances de los bancos. Curiosamente los capitostes de ese mismo Gobierno, ladrón de naturaleza como todos los Gobiernos que en el mundo han sido, se cuidaron de sacar sus caudales y ponerlos a buen recaudo horas antes de que su confiscatoria ley entrase en vigor. Así de simple. Si se lo hacen a usted también se cagaría en todo, ¿o no?
Pues ya puede ir haciéndolo, y a base de bien, porque esta de entrar a saco en los depósitos es la idea que se le acaba de pasar por el magín a Cristóbal Montoro, ese rufián de puro maldito, ese camino sin verdad, que en mala hora fue elevado a ministro de las haciendas ajenas. Nuestro corralito, perdón, nuestro atraquito no será tanto para salvar a los bancos, que ya han sido convenientemente saneados con cargo al contribuyente ordinario, como para mantener el tinglado autonómico. Resulta que los taifas regionales gastan mucho, pero eso, claro, ya lo sabíamos. Lo que desconocíamos es que no están dispuestos a reducir el gasto hasta hacer coincidir sus cuantiosos dispendios con sus menguantes ingresos. Pero el déficit hay que cuadrarlo porque sino en Bruselas se cabrean, así que la diferencia habremos de cubrirla todos los españolitos que tengamos dinero en el banco. No importa cuánto, todos tendremos que apoquinar lo que nos toque, que siempre será mucho porque un robo, por pequeño que sea, sigue siendo un robo.
Será, como bien ha señalado el rufián, un tipo razonable y nunca con afán recaudatorio (sic). A mi el tipo impositivo más razonable siempre me pareció el 0%, y quien no tiene intención de recaudar no recauda y punto. Bien, falacia politicoide desmontada. Ahora vayamos al grano. ¿Por qué los ahorradores tienen que correr con los desmesurados gastos de la casta autonómica, con esa fiesta interminable ad maiorem Politicastri gloriam? Esta es la única pregunta que nadie hará al ministro en una improbable rueda de prensa. Digo improbable porque Montoro es dado en sus comparecencias a los masajes de calva rematados por dedo acusador, voz nasal y sonrisa luciferina. Es él, es el infierno hecho ministro, el tormento final de un país exhausto, el tirano criado a los pechos del favor que no va a dejar de nosotros ni la raspa. Disfrute mientras pueda del espectáculo chipriota. Al menos a ellos les queda Rusia. Nosotros nos tendremos que conformar con Argentina que, por si no lo había advertido, rima con ruina.
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