Entonces, ¿por qué habríamos de tener motivos para preocuparnos? Básicamente porque la EPA del mes pasado –y, probablemente, la del mes que viene– no es más que un espejismo en mitad del Sáhara zapaterino y montoresco que atravesamos desde hace un lustro. Lo diré brevemente: el empleo crece porque estamos en verano y la temporada turística de este año está siendo extraordinariamente benigna en la costa mediterránea y en los dos archipiélagos. Para eso, claro, no nos hace falta la EPA ni la machaconería de Moncloa en vender lo invendible, para eso bastaba con consultar la tasa de ocupación hotelera en la Costa Brava, la del Sol, Baleares y Canarias. En todos los casos se encuentran por encima del 80% y, en ciertos destinos, encontrar una habitación es misión imposible. Bien por los hoteleros, mal por Hacienda que va a entrar a saco en sus merecidos beneficios en cuanto acabe el verano.
Esas camas con inquilino aparte de cobrarlas, las atendemos, les vendemos cervezas, bronceadores y un sinfín de servicios en los que, saquemos un poco de pecho, somos especialistas los españoles desde hace medio siglo. La ocupación hotelera y el empleo van tan unidos como el rayo y el trueno, primero llega una y después el otro. Pero, claro, la temporada turística no dura todo el año, está circunscrita a los meses de verano. Después ya se verá. Lo que veremos será más desempleo, más caras largas y excusas por doquier. A ver si hay suerte y con el mal tiempo y los malos humores llega también el cese del camarada Montoro. Lo siento por Julito pero el Partido, siempre próvido, ya le encontrará un bien remunerado acomodo.
Usted, venerado lector, se preguntará en qué me baso para afirmar que lo de la EPA es pura estacionalidad. Pues en los mismos datos que Báñez agita como un abanico cordobés para sacudirse la caló veraniega. En términos desestacionalizados el número de personas ocupadas no sólo no ha aumentado, sino que ha caído un 0,29%. Los contratos que se han firmado en el último trimestre son en su gran mayoría temporales y la contratación se ha efectuado en las zonas turísticas de Baleares y Andalucía. El resto de regiones se mantienen como antes. En fin, verde y con asas.
Pero no se me vayan que aún hay más. La población activa se ha reducido de un modo apreciable. Hay 76.000 españoles que ya ni buscan empleo y estos, obviamente, no se computan como parados. Si sumamos los que en los últimos doce meses se han olvidado de encontrar un trabajo tendríamos 350.000 personas puestas en fila una detrás de la otra. Comparemos con otros años. En 2011, último año del zapaterato, la población activa creció en el periodo estival, no mucho, unas 20.000 personas. Nada raro por lo demás, las expectativas turísticas invitan a ello y esto sucede todos los años. Todos menos los dos de la rajoyía, que ya hay que tener mala pata. Con una población activa decreciente lo normal es que descienda el número de parados. Es como si en una ciudad llena de hambrientos unos cuantos deciden dejarse morir por inanición. Como las existencias de comida seguirían siendo las mismas tocarían a más por cabeza en el momento del reparto. El Gobierno se ha cuidado muy mucho de que esto pasase desapercibido en los medios de comunicación. La corte de los milagros abecedea y razonita están a lo suyo mientras en Internet, siempre redentor, se encuentra uno las verdades del barquero, que son las opuestas a las verdades del Julito. Lo de meter un palo a los blogs, a los blogueros y a los “piratas” informáticos que se fuman un canuto con los derechos de autor va de esto.
Hay otro motivo de preocupación que, este sí, ha pasado desapercibido para todo el mundo excepción hecha de Juan Ramón Rallo, cofrade del que suscribe y antagonista principal de esta tragicomedia socialistoide y barcení que padecemos a mayor gloria de Soraya y su banda de abogados del Estado. Resulta que a la chita callando, cuando nadie miraba, el Leviatán se ha puesto a contratar gente. En varias comunidades autónomas el empleo público, ese que produce poco o nada pero que pagamos a la fuerza los que si producimos algo, ha crecido. En Castilla-La Mancha, una comunidad semiquebrada han hecho crecer la nómina de la covacha un 6,2%, en Extremadura un 3,3% y en Murcia un 1,6%. Ya saben que cada puesto creado en el sector público tiene un coste directo en el sector privado, así que hagan cálculos. Luego vendrán los de siempre con el cuento ese de que el PP es enemigo de “lo público”. Me permito corregirles, el PP es “lo público”, su mejor aliado, el que está permitiendo que el funcioneta pitillero hipersindicado con sus privilegios a cuestas ni se entere de que hay crisis. Arriola debería ir tomando nota para, en las próximas elecciones, montar el cierre de campaña en Marinaleda y no en el Palacio de los Deportes de Madrid.
Pero lo peor de esta EPA y de la que viene no es su falsedad intrínseca ni la satisfacción manifiesta de los mangantes que ahora la apadrinan, sino el hecho de que está sirviendo como coartada para no cambiar nada. Al registrador de Pontevedra con plaza en Santa Pola era todo lo que le faltaba para hacer lo que siempre deseó hacer: nada.
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