En 1986 la compañía Westin inauguró en Singapur el que en aquel entonces era el hotel más alto del mundo. Se llamaba Westin Stamford y tenía 73 plantas y 226 metros en vertical, es decir, casi lo mismo que mide la Torre Espacio de Madrid. Aunque Westin era (y es) una empresa norteamericana, uno de los emblemas de la mejor hostelería yanqui, se encargó la construcción del coloso a la corporación SsangYong, natural de Corea del Sur. Hoy, más de 20 años después, ya nos hemos acostumbrado al dinamismo y la ambición de las empresas surcoreanas, pero entonces eran aún relativamente desconocidas y sus logros llamaban poderosamente la atención, tanto en el extranjero como en la propia Corea que acababa de sacudirse siglos de atraso y modorra. Construir el hotel más alto del mundo fue motivo de orgullo para los surcoreanos e, inevitablemente, motivo de frustración para el esclavizado y hambriento vecino del norte.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
martes, 29 de mayo de 2007
No nos engañemos, hay ZP para rato
El PP no ha ganado las elecciones. Ha sacado, efectivamente, 155.000 votos más que el PSOE, pero en términos de poder contante y sonante, del poder que importa, el de las alcaldías y las presidencias de comunidades autónomas, con su presupuesto, sus consejerías, concejalatos, sinecuras y coches oficiales, los que se han llevado el gordo han sido los socialistas. Es cierto que, como mi admirado Humberto Vadillo afirma, en tres años no ha conseguido Zapatero levantar el vuelo dilapidando la ventaja que traía del 14-M. Pero no lo es menos que, a pesar de lo que ha caído en todo este tiempo, los socialistas mantienen posiciones y ganan plazas nuevas, algunas de gran importancia como Baleares o Navarra.
martes, 24 de abril de 2007
Pablo Molina al cuadrado
Escribir bien, bonito y además llevar la razón no está al alcance cualquiera. De hecho, suele ser frecuente que los que hacen lo primero se lleven a matar con lo segundo, y viceversa. Pablo Molina es una de las excepciones. Da gusto leer todo lo que escribe, a veces tanto que se muere uno de risa. Y suele llevar razón. Y es que Pablo ha tomado por costumbre acertar en sus nada sesudos análisis de la actualidad. Se atreve con todo y no pestañea, por muy grande y bien armado que venga el morlaco. Y así todas las semanas.
Pablo no es periodista de profesión, ni siquiera analista, que es como se hacen llamar los que no han visto un teletipo ni de lejos. Apartado de esas distracciones, Pablo se dedica a mirar, al noble y provechoso oficio de observar lo que le rodea con sonrisa de pícaro mientras, en silencio y sin que se le note, va perpetrando mentalmente su columna. Y luego llegan los viernes y los que sabemos apreciar lo bueno disfrutamos como enanos con sus malicias y barruntos, sus retruécanos y piruetas semánticas, que le han convertido en la pluma más casquivana, desvergonzada y fresca de Libertad Digital.
Pablo no es periodista de profesión, ni siquiera analista, que es como se hacen llamar los que no han visto un teletipo ni de lejos. Apartado de esas distracciones, Pablo se dedica a mirar, al noble y provechoso oficio de observar lo que le rodea con sonrisa de pícaro mientras, en silencio y sin que se le note, va perpetrando mentalmente su columna. Y luego llegan los viernes y los que sabemos apreciar lo bueno disfrutamos como enanos con sus malicias y barruntos, sus retruécanos y piruetas semánticas, que le han convertido en la pluma más casquivana, desvergonzada y fresca de Libertad Digital.
sábado, 24 de marzo de 2007
Magda Goebbels, el nazismo en femenino
De todas las mujeres que rodearon a Hitler, la más sorprendente y cautivadora, la más fanática y entregada a la causa fue la esposa de su ministro de Propaganda, de Joseph Goebbels.
Vivió aceleradamente. Superó en todo a su segundo marido: en belleza, en talento y hasta en lealtad al Führer. Se casó dos veces, aunque su único amor verdadero y platónico fue Adolf Hitler, por quien terminó suicidándose en el jardín del búnker. Dio a luz a su primer hijo con sólo 20 años, y envenenó a los seis restantes con 44. Era malvada y superficial, de carácter inquebrantable y afilado instinto. El Tercer Reich no hubiera sido el mismo sin ella.
A finales de 1901 una joven criada berlinesa llamada Auguste Behrend alumbraba a una niña fruto de una relación con un hombre desconocido. Le dieron bautizo católico, el apellido de la madre y una hermosa ristra de tres nombres: Johanna Maria Magdalena. Al poco, su madre se casó con un rico industrial, Oskar Rietschel, que tomó especial cariño a la recién nacida. La convivencia entre Auguste y Oskar se estropeó en apenas tres años y se divorciaron. Auguste, que era joven y bien parecida, encontró a otro hombre, un restaurador judío de nombre Maximilian Friedländer.
Vivió aceleradamente. Superó en todo a su segundo marido: en belleza, en talento y hasta en lealtad al Führer. Se casó dos veces, aunque su único amor verdadero y platónico fue Adolf Hitler, por quien terminó suicidándose en el jardín del búnker. Dio a luz a su primer hijo con sólo 20 años, y envenenó a los seis restantes con 44. Era malvada y superficial, de carácter inquebrantable y afilado instinto. El Tercer Reich no hubiera sido el mismo sin ella.
A finales de 1901 una joven criada berlinesa llamada Auguste Behrend alumbraba a una niña fruto de una relación con un hombre desconocido. Le dieron bautizo católico, el apellido de la madre y una hermosa ristra de tres nombres: Johanna Maria Magdalena. Al poco, su madre se casó con un rico industrial, Oskar Rietschel, que tomó especial cariño a la recién nacida. La convivencia entre Auguste y Oskar se estropeó en apenas tres años y se divorciaron. Auguste, que era joven y bien parecida, encontró a otro hombre, un restaurador judío de nombre Maximilian Friedländer.
miércoles, 28 de febrero de 2007
El Ché Guevara (el mío) en Criteria
Hace tres años dediqué unos meses a leerme todo (o casi) lo que había escrito Ernesto Guevara de la Serna, ciudadano argentino convertido en matarife cubano rebautizado como Ché, así, con tilde. La editorial que lo publicó no dio demasiada difusión al libro por motivos obvios, y la edición se fue vendiendo de mala manera entre España y América en muy pocas librerías, casi todas de libros de oferta. No pensé en aquel entonces que el libro fuese a ser un superventas ni a sacarme de pobre. Lo escribí porque me apetecía hacerlo robándole horas al sueño y porque un editor se prestó a publicarlo (sin leérselo antes por lo que vi más tarde) Lo que más me molestó es la poca voluntad que el editor tuvo en darle salida, a pesar de que Víctor Llano me organizó una presentación muy maja en la Fundación Hispano-Cubana y FJL me entrevistó en su programa.
martes, 27 de febrero de 2007
No se dan por vencidos
Decían que E-On era mala por ser alemana, y ahora nos vienen con que Enel es buena a pesar de que es italiana. Debe ser que los italianos les parecen como más de la casa, ya se sabe, aquello de la latinidad. Lo peor es que sí que son de la casa. En Alemania manda Merkel, que es del CDU, prima segunda de los biznietos de los que mataron a Lorca. En Italia, en cambio, hace como que manda -pero sin demasiada convicción- Romano Prodi, que, como todo el mundo sabe, es primo carnal del biznieto de Lorca. Y no sólo eso, es también el dueño de Enel, chiringuito público donde el Gobierno italiano mangonea a placer cuando quiere y como quiere. La cosa está clara, ¿o no?
No se donde se habrán dejado aquella bobada de la soberanía energética y majaderías similares a las que los socialistas son tan dados cuando las cosas no salen como ellos pensaban.
Si lo de Enel prospera veremos como una empresa privada, cuyos dueños son sus accionistas, pasa a manos de la casta política más desvergonzada y corrupta del continente, más incluso que la nuestra, que ya es decir. Más de uno debe estar frotándose las manos porque donde comen dos comen tres, y hasta cuatro. Lo que nunca harán es darse por vencidos cuando el festín merece la pena. Son políticos, y socialistas, que más se puede pedir.
No se donde se habrán dejado aquella bobada de la soberanía energética y majaderías similares a las que los socialistas son tan dados cuando las cosas no salen como ellos pensaban.
Si lo de Enel prospera veremos como una empresa privada, cuyos dueños son sus accionistas, pasa a manos de la casta política más desvergonzada y corrupta del continente, más incluso que la nuestra, que ya es decir. Más de uno debe estar frotándose las manos porque donde comen dos comen tres, y hasta cuatro. Lo que nunca harán es darse por vencidos cuando el festín merece la pena. Son políticos, y socialistas, que más se puede pedir.
viernes, 16 de febrero de 2007
O bajas el precio o te quito el súper
Este tipo de cosas hasta que no las lees y ves por tí mismo que van en serio no te las crees: "Chávez advierte que su plan nacionalizador incluirá a los supermercados que especulen". Es decir, que va a reconvertir los otrora surtidos supermercados venezolanos en tiendas de abastos a la moscovita, con su interminable cola en la que las amas de casa echaban la mañana, sus mendrugos de pan duro en una estantería roñosa y su estricto horario funcionarial de 9 a 3. Dice que no le va a quedar más remedio porque los ávaros comerciantes están dando salida al género más caro de lo que su Gobierno fija y eso, claro, hace subir los precios. Como no es el momento de ponerme a explicar las funestas consecuencias de los controles de precios, y como las lecturas del susodicho (a la foto me remito) tampoco invitan a perder el tiempo con obviedades, sólo diré que, una vez nacionalizado el colmado de la esquina no habrá más género que el que he dejado arriba encima de la estantería. Y no garantizo que los mendrugos lleguen a las 11 de la mañana. Ahora me pregunto, ¿por qué la especie humana será tan rematadamente boba y cae una y otra vez en los mismos errores? No aprendemos.
martes, 6 de febrero de 2007
Sacalugo, lo que quieras, pero cuéntanoslo
No cesa. Estas anotaciones de José Carlos y Dani son las últimas gotas de una cascada de anotaciones cruzadas entre algunos compañeros míos del Juan de Mariana y un tal Mario Cuellar, conocido como El Sacalugo por su pertenencia a Aideka, aquel sindikato con K que se creó en Robovisión Española al calorcito del consejero Sacaluga, un hacha del politiqueo que, así a lo tonto, ha colocado a su mujer y a su hermano en sendos carguitos de nada en el Ente público. Pero a lo que vamos, dejemos a Sacaluga-padre compartir su bienaventuranza en familia y centrémonos en Sacaluga-hijo, en el El Sacalugo, un sujeto de estos que uno piensa que existen y que se van de manifa a apedrear un Starbucks, pero que no escriben porque lo que aprendieron junto a Miriam Municio en sus años de huelgas estudiantiles ya se les ha olvidado.
miércoles, 24 de enero de 2007
Sobre agresores, agredidos y embusteros
Estamos asistiendo en estos días a una entrega más de la tragedia en no sé ya ni cuantos actos de la guerra en Oriente Medio. Una guerra que, efectivamente, no tiene fin, fluctúa sin cesar y mantiene al mundo en vilo y a la región sumida en la miseria y la tiranía. Pero, ¿por qué dura tanto el conflicto? ¿Dónde está el origen? ¿Por qué nunca termina y se reactiva una y otra vez?
En Occidente, especialmente en esa parte de Occidente impregnada de lo francés, esto es, lo muniqués, despachamos el asunto con una simplicidad asombrosa: Oriente Medio está guerra porque un estado agresor y artificial quiere adueñarse de todo lo que le rodea. Un estado que, para colmo, es la sucursal asiática de los Estados Unidos y que, por si eso fuera poco, practica el occidentalismo más aberrante con la democracia y la libertad de mercado como bandera. Ese estado, naturalmente, es Israel. Así de sencillo. Si se desea la paz hay que frenar a ese país o, poniéndose tremendo, hacer que desaparezca. Esto último, lógicamente, no se dice ni en las cancillerías ni en las redacciones europeas, pero se piensa y se pide fuera de los focos de lo políticamente correcto.
En Occidente, especialmente en esa parte de Occidente impregnada de lo francés, esto es, lo muniqués, despachamos el asunto con una simplicidad asombrosa: Oriente Medio está guerra porque un estado agresor y artificial quiere adueñarse de todo lo que le rodea. Un estado que, para colmo, es la sucursal asiática de los Estados Unidos y que, por si eso fuera poco, practica el occidentalismo más aberrante con la democracia y la libertad de mercado como bandera. Ese estado, naturalmente, es Israel. Así de sencillo. Si se desea la paz hay que frenar a ese país o, poniéndose tremendo, hacer que desaparezca. Esto último, lógicamente, no se dice ni en las cancillerías ni en las redacciones europeas, pero se piensa y se pide fuera de los focos de lo políticamente correcto.
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