Se están cavando su propia tumba y lo peor es que no lo saben, se han puesto a ello tan alegremente que da que pensar. Una alianza PSOE-Podemos acabaría con el primero por la simple razón de que la voluntad de poder de los segundos es mucho más firme. Ahora pueden pensar lo que quieran, o creer que van a ser capaces de embridar a la fiera. Eso sí, la política, a fin de cuentas, la hacen personas de carne y hueso con sus debilidades, sus temores y sus tiempos, todos de carácter estrictamente personal. Bien mirado, Sánchez no volverá a tener 90 diputados en la cámara, o es presidente ahora o no lo será nunca.
Tras unas hipotéticas elecciones a finales de junio a lo más que podría optar es a una vicepresidencia, y eso solo si un Iglesias reforzado tiene a bien concedérsela. Lo que nos lleva al punto de origen. Es esto o el abismo. Voluntad de poder. O manda ahora o no mandará jamás. Hay una tercera opción, pero pasa por Mariano Rajoy, que antes debería dimitir y poner sus 122 escaños a disposición de un pacto entre PSOE y Ciudadanos. No lo hará, por pura voluntad de poder, claro. A la mayor parte de españoles quizá nos interese más esto último, pero nuestros representantes, insisto, gente del común con sus urgencias personales, prefieren tirar de nuevo los dados para ver si mejora su suerte o agarrarse a un clavo ardiendo. Ese clavo es Podemos, la mano es la del PSOE.
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