Después de una largas vacaciones bitacoríes (larguísimas, la verdad sea dicha), he decidido volver a escribir en el blog. A lo largo de este tiempo había tenido varias veces la intención de hacerlo; ya porque me lo pedían, ya porque tenía algo que contar, pero luego siempre se me olvidaba y encontraba algo más interesante o más urgente que hacer.
Esto de tener un blog es como hablar un idioma extranjero, en cuanto dejas de practicarlo se te olvida. La ventaja es que si vuelves a utilizarlo recuerdas lo aprendido con cierta rapidez y en unas semanas como si nada. Algo similar sucede con el deporte o con casi cualquier cosa que implique rutina y disciplina. Una vez perdidas ambas se pierde el hábito y cuesta mucho recuperarlo. A los lectores habituales del blog les pido que no se preocupen, que no voy a perder el hábito de meterme con Nachojcolar.
Pero a lo que iba, resulta que estas Navidades, mientras me aburría como el cajero de un peaje en Alemania, vi la investidura de Rajoy en el Congreso. La investidura tiene cierta pompa, con los reyes llegando en el Rolls, el Palacio de la Cortes engalanado, el politiquerío con cara de percebe frotándose las manos por los cuatro años de coña que se van a dar a nuestra salud… entonces me dije, “mira a este, debería estar en el casino de Pontevedra apoltronado en un sillón de orejas, viendo la vuelta mientras se fuma un puro después de haber echado cuatro firmas en el Registro y ahí le tienes, de presidente del Gobierno con una legión de pelotas besando por donde pisa”.
Porque Rajoy es de Pontevedra, o al menos eso es lo que creía yo en aquel momento. Me pregunté entonces cuántos presidentes de Gobierno pontevedreses ha tenido España. Me fui a comprobarlo y me encontré con que sólo uno, un tal Gabino Bugallal Araújo que formó Gobierno en 1921 después del asesinato de Dato, que también era gallego, de La Coruña, exactamente. El Gobierno de Bugallal fue la mar de efímero, duró sólo cinco días. Le sucedió un vizcaíno, Manuel Allendesalazar, que gobernó cinco meses y luego vino Maura, que era mallorquín, aunque eso ya lo sabía porque lo había leído por ahí y porque Miquel Rosselló, natural de Sa Illa, me lo recuerda siempre que tiene ocasión.
En el primer vistazo me enteré de varias cosas. La primera es que Rajoy no es de Pontevedra, sino de Santiago de Compostela, luego no computa como pontevedrés, sino como coruñés aunque probablemente a él le pesa, porque en este país nuestro somos muy puñeteros con la patria chica. La segunda es que los Gobiernos en España han durado, por lo general, muy poco. La tercera que cuando bailan mucho los presidentes no tarda en liarse. Volviendo a 1921, a Maura le sucedió Sánchez Guerra (cordobés), a éste García Prieto (leonés) y después, como la cosa estaba muy mala, Primo de Rivera (gaditano) dio un golpe de Estado con el consentimiento del Rey y recondujo el asunto instaurando una dictadura.
Constatados estos datos y como me sobraba el tiempo, me puse a consultar el lugar de nacimiento de todos los presidentes de Gobierno desde que ese despacho se funda tras la muerte de Fernando VII. Antes de eso existían los llamados Secretarios, que eran cinco (Estado, Hacienda, Guerra, Gracia y Justicia y Marina), de los cuales el más importante era el primero. Por lo general despachaban por separado con el Rey, por eso cuando llamaba a los cinco al Palacio de Oriente es que se estaba cociendo una muy gorda. Cinco eran también los reyes del Señor de los Anillos, pero esos eran de mentira.
Al palmarla el rey felón (tenía que decirlo porque sino no me quedaba a gusto) los secretarios pasaron a ser ministros y el Secretario de Estado se convirtió en el Presidente del Consejo de Ministros. Se siguió llamando así (con la excepción de la I República) hasta después de la Guerra Civil, cuando se le cambió el nombre por el de Presidente del Gobierno, que es el que tienen actualmente. En la I República el cargo se llamaba “Presidente del Poder Ejecutivo”, que suena como muy chavista. Por suerte sólo duró un año.
Antes de ponerme a mirar uno a uno (y certifico que es un trabajo de chinos sólo al alcance de tíos que se aburren soberanamente en países especialmente aburridos como lo es Alemania en pleno invierno), pensé que, sino casi todos, si una mayoría aplastante serían madrileños. A fin de cuentas la Corte y el politiqueo lleva aquí 450 años, así que es del todo lógico suponer que la cantera local ha sido siempre generosa. Y donde hay cantera hay cracks. Primera equivocación. Efectivamente, Madrid es la que más presidentes de Gobierno ha dado, pero no por mucho. De hecho, hasta hace unos años iba por detrás de provincias como Cádiz, que ha sido la que más prohombres de fuste a dado a la nación en estos dos siglos.
De Cádiz salieron, aparte de Primo de Rivera, Mendizábal, Serrano, Castelar, Istúriz y Moret. Debió de ser la espuma de las Cortes de Cádiz, que encalabrinaron a los lugareños llevándoles a atontarse con la política. Las provincias vecinas a Cádiz también han sido muy prolíficas. En Sevilla nacieron Diego Martínez Barrio y el morritos de Felipe González. En Málaga Cea Bermúdez y Cánovas del Castillo, padre de la Restauración y primer ministro en cuatro ocasiones. De Andalucía han salido 27 presidentes de Gobierno, justo el doble de los que nacieron en la capital (13) y cinco veces más de los que nacieron en Cataluña (5). Es una cuarta parte del total, con Rajoy van ya 103 (a 1,7 por año).
La segunda sorpresa vino al comprobar la cantidad (y calidad) de gallegos que hay en la lista. Nueve en total, entre los que se encuentra el que más tiempo presidió las deliberaciones del Consejo de Ministros, que no es otro que Francisco Franco, presidente del Gobierno entre 1938 y 1973. Franco era de El Ferrol, una ciudad pequeña que, sin embargo ha dado dos presidentes: Franco y Canalejas. El primero se murió en una cama del Hospital La Paz, al segundo se lo cargó un anarquista en la Puerta del Sol, porque, en esta historia, hay una constante: los presidentes nacen donde les brota pero casi todos estiran la pata en el Foro, que es lo suyo.
Si a los 27 andaluces les sumamos los 13 madrileños, los 9 gallegos y los 7 asturianos, resulta que son más de la mitad. Podríamos decir que, en los últimos dos siglos, España la han gobernado entre andaluces y gallegos con algunas incursiones esporádicas de madrileños y asturianos.
El resto de provincias se tienen que conformar tres, dos, uno o directamente ninguno. Algunas regiones están muy infrarrepresentadas como Aragón, que sólo ha dado un par de presidentes (de Huesca los dos) y hace más de siglo y medio. Esto me jode bastante porque Aragón es la región más noble de España, su esencia misma. Creo que si hubiéramos tenido más aragoneses nos hubiese ido mejor. Aunque, bien mirado, tal vez sea un cumplido que queden tan abajo en la clasificación.
De entre las que no se han estrenado me ha llamado la atención que provincias donde la españolía triunfa por los medios como Toledo, Jaén, Teruel o Gerona (esta última la nombro para joder a los charnies) estén a estas alturas sin estrenarse. El que venga después de Rajoy que sea de alguna de ellas para que se quiten la espinita.
Hay también algunas provincia que sólo han parido a un presidente de Gobierno, pero de cierta importancia. Ciudad Real sólo tiene uno, pero fue Espartero, La Rioja ídem, pero fue Sagasta, Tarragona lo mismo con Prim y Segovia con Martínez-Campos. A las Canarias les pasa eso. Sólo dos presidentes de Gobierno, en Santa Cruz de Tenerife nació O’Donnell y en Las Palmas Juan Negrín. Una de cal y otra de arena. Parece que se han puesto de acuerdo.
Pero no todos los presidentes de Gobierno han nacido en España o, al menos, en lo que quedó del reino después de que los españoles del otro hemisferio se montasen sus repúblicas de gorrito frigio y pandereta. Dos presidentes de Gobierno nacieron en Argentina, otros dos en Cuba, uno en México, otro en Perú y uno más en Filipinas. Hay uno, Carlos Martínez de Irujo, que formó Gobierno en 1847, nacido en Washington DC. Al parecer Carlos IV envió a su padre de embajador a Estados Unidos y, como era joven y de buen ver, se casó con la hija del gobernador de Pennsylvania, Thomas McKean, uno de los Padres Fundadores.
Siempre ha habido un solo presidente de Gobierno a excepción de los años de la Guerra Civil, que había dos, uno por cada bando. Cuando la República desapareció los exiliados siguieron manteniendo, primero en México y luego en París, el Gobierno con su presidente y sus ministros, que no debían hacer ni el huevo. Supongo que lo mantenían por si cantaba la rana y proclamaban de nuevo la República al morir Franco. Como eso no sucedió, en 1977 se disolvió el último gabinete bis en el exilio. Éstos no los he incluido, porque una cosa es decir que uno es presidente y otra muy distinta serlo. El Gobierno republicano español en el exilio podría tener toda la legitimidad del mundo, pero no tenían sobre quien gobernar más que sobre ellos mismos, así que, sintiéndolo mucho, no computan.
Los que sí lo hacen son los Gobiernos paralelos de la guerra. De 1936 a 1939 hubo varios Gobiernos en los dos lados. En el republicano cinco (Martínez Barrio, Giral, Largo Caballero, Negrín y Miaja), en el nacional cuatro (Cabanellas, Dávila, Gómez-Jordana y Franco). El último fue el que se quedó con el país y con el cargo durante muchos años.
Bueno, pues esto es todo. Os dejo la tabla y un mapa de densidad presidenciográfica para dar lustre a este post reinaugural.
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