Los padres de la red GSM, que es la que utilizan nuestros teléfonos móviles, idearon un pequeño servicio de mensajería que sirviese de apoyo a las conversaciones. El sistema, conocido como SMS (Short Message Service o Servicio de Mensajes Cortos) admitía hasta 140 caracteres que se transmitían por el mismo canuto por el que discurría la voz. Corría el año 1984 y aún quedaba muy lejos la explosión de la telefonía móvil tal y como la conocemos, pero el invento quedó ahí en espera a ser explotado por las operadoras.
Y lo fue, vaya si lo fue. Los mensajitos de 140 caracteres se convirtieron, veinte años más tarde, en uno de los medios de comunicación entre personas más utilizados del planeta. Las operadoras saltaban de alegría. Con aquellos mensajes estaban ganado una extraordinaria cantidad de dinero. A sus redes apenas les costaba negociarlos, pero los cobraban a precio de oro a sus clientes. Entonces a un jovenzuelo de San Francisco llamado Jack Dorsey se le encendió la bombilla mientras comía: ¿por qué limitarse a enviar los SMS a través de la red móvil cuando podía hacerse por Internet de manera mucho más económica?
domingo, 18 de noviembre de 2012
martes, 13 de noviembre de 2012
Ventajas de la huelga
Mañana hay de nuevo huelga general. Es la tercera desde 2010. Como en casi todo nos quedamos en el punto medio, para que luego digan que los españoles somos dados a los extremos. No llegamos a la huelgofilia reincidente de Grecia, que lleva 25 en tres años, o de Francia, donde, sólo en 2010, se convocaron nueve huelgas generales (las mismas que se han hecho en España en los últimos 35 años), pero tampoco a la huelgofobia de Alemania, un país que contabiliza, exactamente, cero huelgas generales desde el 49. En parte porque están expresamente prohibidas por ley y en parte porque los alemanes son poco amigos de hacer huelga, ni general ni de ningún tipo. Aquel es un país razonable y suelen resolver las diferencias laborales hablando, que es lo suyo.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
¿No hay un modo más sencillo?
Hoy, gracias a Dios, se acaban las elecciones en Estados Unidos. No tengo ni idea quien ganará porque no sigo mucho la política de allí, por lo demás tan aburrida y coñazo como la de aquí. Mi intuición me dice que Romney es malo sí, pero Obama es peor, así que, puestos a elegir, me quedo con el primero. Llegados a este punto sólo me queda desear que las elecciones de dentro de cuatro años (perdón, tres, porque estos empiezan con las primarias un año antes) tarden en llegar por más que duela a los politicófilos de guardia, esos que según oyen la palabra "primaria", "caucus" o "debate" pierden el sentío.
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