Mediado el verano del año pasado una sorprendente noticia saltó a las redacciones de los periódicos: la Sociedad General de Autores y Editores, la SGAE, pedía 14.000 euros al alcalde de Zalamea por representar la obra homónima, un drama en tres actos escrito en el siglo XVII por Calderón de la Barca, en las fiestas del pueblo. Esta obra, por su antigüedad, es de dominio público pero la versión que se representa todos los años en Zalamea es una adaptación de Francisco Brines, un escritor de nuestro tiempo que, hace 15 años, tuvo a bien regalársela al pueblo.La petición de la SGAE se ajustaba a derecho, a su derecho, claro. Esta sociedad privada reúne –de grado o por la fuerza– a todos los autores de España y se encarga de cobrar por sus obras. No importa que el autor no quiera afiliarse; o que, en un acto de generosidad, regale una de sus obras. La SGAE siempre cobra. Por eso se presentaron en Zalamea, un pueblecito pacense de 4.000 habitantes cuyos vecinos, 600 en total, interpretan la obra que inmortalizó el nombre del pueblo.

