Mediado el verano del año pasado una sorprendente noticia saltó a las redacciones de los periódicos: la Sociedad General de Autores y Editores, la SGAE, pedía 14.000 euros al alcalde de Zalamea por representar la obra homónima, un drama en tres actos escrito en el siglo XVII por Calderón de la Barca, en las fiestas del pueblo. Esta obra, por su antigüedad, es de dominio público pero la versión que se representa todos los años en Zalamea es una adaptación de Francisco Brines, un escritor de nuestro tiempo que, hace 15 años, tuvo a bien regalársela al pueblo.
La petición de la SGAE se ajustaba a derecho, a su derecho, claro. Esta sociedad privada reúne –de grado o por la fuerza– a todos los autores de España y se encarga de cobrar por sus obras. No importa que el autor no quiera afiliarse; o que, en un acto de generosidad, regale una de sus obras. La SGAE siempre cobra. Por eso se presentaron en Zalamea, un pueblecito pacense de 4.000 habitantes cuyos vecinos, 600 en total, interpretan la obra que inmortalizó el nombre del pueblo.
lunes, 24 de octubre de 2011
miércoles, 12 de octubre de 2011
La guerra de las tabletas
Microsoft creo el concepto hace ya diez años, pero no consiguió hacerse realidad hasta que Steve Jobs transformó su iPhone en una fina pantalla multitáctil de diez pulgadas. Sirven para todo, son fácilmente transportables, tienen un precio asequible y constituyen un aplanado objeto de deseo por parte de los consumidores. Por eso y por mucho más las tabletas serán el gadget de esta década. La guerra no ha hecho más que comenzar, quien gane será el dueño de un mercado que ya mueve una cantidad mareante de ceros.
Al comenzar el año 2007 todo estaba dicho en electrónica de consumo, o eso, al menos, era lo que pensaba un mercado ya maduro, con sus cimientos bien asentados y sus segmentos bien delimitados. Entonces, el día 9 de enero de aquel año, apareció Steve Jobs con su jersey negro de cuello alto en el escenario del Moscone Center de San Francisco y encendió la mecha de una nueva revolución tecnológica: la de los dispositivos móviles multiusos, multitáctiles y permanentemente conectados. Eso es lo que, en líneas generales, era el iPhone, una reinterpretación muy personal del teléfono móvil o, parafraseando al propio Jobs, el teléfono móvil como debería haber sido desde el principio.
Al comenzar el año 2007 todo estaba dicho en electrónica de consumo, o eso, al menos, era lo que pensaba un mercado ya maduro, con sus cimientos bien asentados y sus segmentos bien delimitados. Entonces, el día 9 de enero de aquel año, apareció Steve Jobs con su jersey negro de cuello alto en el escenario del Moscone Center de San Francisco y encendió la mecha de una nueva revolución tecnológica: la de los dispositivos móviles multiusos, multitáctiles y permanentemente conectados. Eso es lo que, en líneas generales, era el iPhone, una reinterpretación muy personal del teléfono móvil o, parafraseando al propio Jobs, el teléfono móvil como debería haber sido desde el principio.
sábado, 8 de octubre de 2011
¿Se puede abuchear a los políticos?
Sí, protestar pacíficamente en la calle y, naturalmente, abuchear a los que gobiernan es un derecho amparado por la Constitución. Decirle a un político a la cara lo que se piensa de él y de la manera que hace su trabajo es libertad de expresión en estado puro. Ningún Gobierno que se diga democrático puede coartarla mediante leyes, normativas u ordenanzas.
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