jueves, 26 de enero de 2006
No se cansan los tíos
Esto y esto es lo último que han parido los cráneos previlegiados del catalanismo. Es el monotema oficial. En cierta ocasión, Pepe García Domínguez me dijo que la manía se debe al tremendo complejo de inferioridad de los nacionalistas. Si les quitas Madrit se quedan en nada. Quien dice Madrit dice España, y viceversa. Una cosa está asimilada a la otra, como si fueran idénticas.
Se ve que, además, la cosa tiene éxito, al menos entre los parroquianos más bizarros y comprometidos con la causa. El librito en cuestión está agotado en la Llibrería Ona. Debe haberse convertido, junto al de la COPE, en un must en la estantería de los niñatos de ERC y asimilados.
Lo mejor, la definición de madrileño:
“un animalito simpático, abierto, superficial, y al mismo tiempo desorganizado y
fachenda”
El único madrileño que han conocido debe ser Pocholo Martínez Bordiú. Eso sí, no quiero ni pensar la que se armaría si aquí se nos ocurriese poner por escrito una definición de barcelonés parecida. Y no estoy hablando del CAC sino de los jueces de verdad.
Lo peor, la manía que tienen con lo árabe. Luego irán de abanderados de la Alianza de Civilizaciones, de tolerantes y demás. Lo de siempre, dime de lo que presumes...
“Esta gente no puede pretender organizar unos Juegos en 2012 porque aún viven en 1383 (...) Los moros ya tendrán su oportunidad más adelante, cuando estén en el 2012 de la Hégira, cuando se hayan acostumbrado a los avances de la ciencia y de la higiene”
Como no saben historia, o peor, saben la que les han enseñado en los colegios normalizados, habrá que explicárselo.
Madrid, efectivamente, fue una atalaya desde la que los moros vigilaban los pasos del Guadarrama. Durante dos siglos fue poco más que un alcázar y tenía muy poca población, los historiadores, de hecho, se las ven negras para saber qué pasó y quien mandaba por aquí antes del siglo XI. A modo de homenaje, y como no hay mucho más donde rascar, hace años el ayuntamiento le dedicó un parque al emir Mohamed I, que estaba en Córdoba.
El rey de Castilla ocupó ese alcázar un par de años antes que Toledo y quedó incorporada a su reino. Esto sucedió en torno al año 1080. Por aquel entonces la mitad de Cataluña era musulmana, incluyendo Tarragona y Lérida, que no serían conquistadas hasta bien entrado el siglo siguiente, hasta 1149 en el caso de Tortosa. El resto de los Països habrían de esperar cien años más a que llegase Jaime I.
El pasado, por lo tanto, es común a ambos; a castellanos y catalanes. Pero, claro, por ahí no pueden pasar. Tienen que establecer una línea que nos separe, por muy falsa que esta sea y, ya de paso, identificar lo moro con lo español con idea de desprestigiar a lo segundo. Allá ellos y su ignorancia.
** Nota: las dos imágenes de este post las he sacado de sendas webs independentistas, una de ellas perteneciente a un partido que es socio del Gobierno. No me ha costado mucho encontrarlas. Eso sí, por más que busco, no doy con algo parecido del otro lado. No se si eso de la catalanofobia existe, si es así, los catalanófobos deben estar muy escondidos.
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