sábado, 23 de abril de 2005

Hace falta ser memo

Cataluña es una tierra prodigiosa, es decir, dada a los prodigios. Los hay que dejan un precioso legado y pasan a la Historia con mayúscula, y los hay que se quedan en la portada del semanario El Jueves, que, por cierto, se edita en Barcelona. De los primeros me viene a la cabeza la bigotuda estampa del ampurdanés universal o el cava del Penedés, burbujeante invento que las pasadas navidades paladeé con especial delectación. De los segundos, de los de El Jueves, van algo más sobrados últimamente, es más, desde que el Tripartito gobierna son casi los únicos. Dice un amigo catalán que seguramente usted conoce bien que eso es una constante en paisaje sentimental de la terra; el seny y la rauxa lo llaman. Unas veces se impone el seny, y otras la rauxa. El seny sale poco a pasear y, como remarca nuestro común amigo, es una excusa para no prestar dinero. La rauxa es algo más habitual y, que yo sepa, no tiene más coartada que la rabieta infantil del que se siente agraviado por no se sabe bien que cosa.

Los assenyats en la Cataluña de hoy son pocos y, para más señas, los puede encontrar en este diario. Los rauxats, o como sea que se diga en catalán, son muchos, muy ruidosos y hacen como que gobiernan en el Principado. Esta misma semana nos han regalado dos perlas. La primera ha cruzado rápidamente el Ebro y es la comidilla de cualquier tertulia de mus. El president Maragall, camisa vieja, rauxat de la primera hora, se ha ido a Paris a ver a un ministro y allí, brindando con champaña, ha anticipado que lo deseable es que Cataluña entre a formar parte de la Francofonía. Si le soy sincero, hasta ayer mismo no tenía la menor idea de que eso existiese, aunque debería habérmelo imaginado a poco de saber cómo las gastan los gabachos con lo de la lengua y la culture. Maragall dice que entrar en la Francophonie es un deseo profundo de los catalanes y que bien podría convertirse el francés en la segunda lengua de Cataluña. Si la primera, y a la estadística me remito, es el castellano, la segunda el francés y la tercera el inglés, que es la que debería enseñarse a los niños desde edad temprana, ¿dónde queda el idolatrado catalán? Desconozco si el president habrá hecho tan elemental reflexión antes de anunciar el inminente ingreso de Catalogne en la Gabacherie o como quiera que se llame.

La segunda ha pasado algo más desapercibida entre las páginas del Avui, un diario que hace mis delicias y que consulto esos días en que estoy especialmente rauxat. En portada y a todo lujo tipográfico el rotativo informaba hace un par de días que, por fin, “hablan los generales de Felipe V”. Si, ha leído bien, los de Felipe V, el primer Borbón, un monarca que está metido en la caja desde hace doscientos y pico años. Menudo notición, eso es periodismo de investigación y el resto son pamplinas, porque hacer hablar a un fiambre sí que tiene mérito. Ahora entiendo porque lo de El Carmelo ni lo han tocado teniendo entre manos semejante exclusiva. Las revelaciones contenidas en el suculento reportaje consisten en hacerse eco de un libro de historia que habla de la represión que sucedió a la guerra dinástica de la primera década del siglo XVIII. Como era de prever, la cosa es tan grave que lo suyo es depurar responsabilidades y quien sabe si incoar procedimientos judiciales para los militares, que bien pueden ser, una vez condenados, quemados en efigie, como en los tiempos del Santo Oficio.

Lo dicho, prodigioso. Y esto en sólo una semana. Dentro de tres años haremos balance y tengo la impresión de que habrá material para un par de volúmenes. Podría llevar por título “Rauxats” o “Hace falta ser memo”. Elija usted el que más le guste.

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