El culebrón griego promete eternizarse, al menos mientras al Eurogrupo le alcance la paciencia. Tsipras sigue sin querer entender que gobierna un Estado quebrado que sobrevive gracias a la misericordia de los acreedores. Del discurso justiciero y revolucionario de hace seis meses apenas quedan cuatro ecos propagandísticos para consumo interno. La realidad no es que se haya impuesto con el tiempo, es que siempre estuvo ahí aunque los chicos de Syriza –atados de pies y manos a causa de sus promesas imposibles de cumplir– se negasen a verla. Lejos quedan aquellas apelaciones a la soberanía que “los pueblos del sur” habían perdido respecto a los del norte. Ignoraban que solo se es plenamente soberano cuando no se debe nada, y Grecia chapotea en deudas que ni poniéndoselo facilísimo consigue terminar de pagar.
viernes, 26 de junio de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
Ya están aquí
Podemos o, mejor dicho, su constelación de franquicias electorales de extrema izquierda ya tienen mando en plaza. Y no en una plaza cualquiera, sino en las tres principales del país y en unas cuantas de segunda categoría. Ahí los tenemos porque, aunque propiamente no han ganado las elecciones, los pactos les han abierto de par en par las puertas de los consistorios. Estaba tan cantado que sorprende tanto desconcierto y tanto pasmo durante esta primera semana de gobiernos podemitas, marcada por los escándalos tuiteros y las dos toneladas de propaganda bicicletera y buenista que preludian cuatro años gloriosos de despropósito y zapaterismo a granel sin anestesia.
jueves, 18 de junio de 2015
Las amenazas suelen cumplirse
Especialmente si el que las hace solo tiene en la cabeza el poder y nada más que el poder. Que no sea porque no estábamos advertidos.
viernes, 12 de junio de 2015
Ciudadanos o cómo bailar con la más fea
Todos sabíamos que esto iba a suceder. O Podemos y Ciudadanos arrasaban dejando al bipartidismo en la cuneta de la historia –para sustituir a ese mismo bipartidismo, obviamente–, o tendrían que llegar a acuerdos con los partidos del turno. Pasó lo segundo. La moderada alegría con la que riveritas e iglesianos recibieron los resultados en la noche electoral presagiaba el dilema. Unos y otros tenían que elegir entre mantener la pureza o enfangarse en pactos sobre los que habrían de dar infinidad de explicaciones.
viernes, 5 de junio de 2015
Quítate tu para ponerme yo
En los próximos meses vamos a tener la oportunidad de contemplar en primera persona como la célebre ley de hierro de las oligarquías que enunció Robert Michels hace un siglo funciona con endiablada precisión. La nueva minoría dominante sustituirá a la antigua y todo seguirá como hasta ahora, quizá un poco peor si los recién llegados son un hatajo de iluminados. La última vez que vimos algo semejante en España fue hace cuarenta años, cuando Juan Carlos I ascendió al trono reclamando ministros jóvenes. En aquel entonces se procedió por la vía de urgencia a la jubilación anticipada de una generación entera de políticos, periodistas, empresarios, militares de alta graduación y hasta obispos. No hubo vacío de poder, nadie quería dejar vacantes los cargos, la idea era que se quitasen unos para que se pusiesen los otros. El Estado es eso mismo, un apaño privado de minorías que, mediante la violencia o el engaño, primero lo cooptan y luego tratan de mantener su control por cualquier medio que la sociedad esté dispuesta a tolerar, en nuestro caso todos menos el asesinato. La cosa marcha hasta que llegan otros, generalmente aprovechando una crisis, desplazan a los anteriores y vuelta a empezar.
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