Doce menos veinte de la mañana del 22 de noviembre de 1963. Todo el personal del hospital Parkland Memorial de Dallas se encuentra preso de la histeria. Una limusina descapotable de color negro acaba de dejar en la misma entrada de urgencias de la clínica el cuerpo agonizante del 35º presidente los Estados Unidos.
Alguien llama a un sacerdote católico al quirófano y allí mismo le da la extremaunción. Los médicos ya han certificado su muerte unos minutos antes. Por orden del vicepresidente Johnson se introduce el cadáver en un ataúd y se lleva con una velocidad sorprendente hasta el aeropuerto de Love Field. En la aeronave del presidente, el célebre Air Force 1, se produce una de las escenas más tétricas de la historia íntima de los Estados Unidos. Lyndon B. Johnson jura el cargo en la estrechez de la cabina flanqueado por la viuda del difunto JFK cuyos restos descansan aun calientes en un féretro situado en la misma estancia.
viernes, 5 de diciembre de 2003
viernes, 28 de noviembre de 2003
Icono de una época
Hace cuarenta años la mayor nación del mundo quedó paralizada por un día, el día del entierro de John Fitzgerald Kennedy. Un pueblo sumido en el llanto lloraba la inexplicable muerte de su presidente al tiempo que millones de personas en todo el mundo se frotaban los ojos por lo sucedido en Dallas apenas unos días antes.
Los compases fúnebres de la música que se interpretó para la ocasión contrastaban con la no tan lejana fiesta en el Madison Square Garden de Nueva York en la que la actriz Marilyn Monroe felicitaba al presidente por su cuarenta y cinco cumpleaños.
Los compases fúnebres de la música que se interpretó para la ocasión contrastaban con la no tan lejana fiesta en el Madison Square Garden de Nueva York en la que la actriz Marilyn Monroe felicitaba al presidente por su cuarenta y cinco cumpleaños.
miércoles, 28 de mayo de 2003
Barras y espinas
A hurtadillas, casi de rondón se ha colado un nuevo libro de Jean François Revel en las librerías españolas. Escamoteado sabiamente por los libreros entre la turbamulta de títulos que han salido al rebufo de la guerra en Irak el irreverente, el polémico autor de La Gran Mascarada vuelve a la carga con un breve pero intenso ensayo que hará las delicias de lo más granado de esa intelectualidad nuestra que se quedó tuerta del ojo derecho.
martes, 18 de febrero de 2003
La ocasión perdida
La primera vez que me acerqué a Jean François Revel fue a través de su quizá más celebrado ensayo El Conocimiento Inútil, publicado a principios de los 90 y que tuvo cierta difusión en el ámbito hispano. Revel me sorprendió, me fascinó, sobre el papel estaba la esencia condensada y expuesta con lucidez de esas ideas vagas que por entonces circulaban por mi cabeza de adolescente. Tanto me gustó que me apropié e hice mía la frase del primer capítulo que abre el libro y que cada día cobra más y más vigencia. "La primera de las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira".
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