La economía española de un vistazo rápido.
miércoles, 22 de enero de 2014
sábado, 18 de enero de 2014
Trece meses y un día
En noviembre de 2012 José Javier Esparza, director de La Gaceta, me ofreció escribir dos columnas semanales en su periódico que, en cierto modo, era también el mío. No en La Gaceta propiamente dicha pero sí muy cerca de allí, en Negocios.com, trabajaba yo desde hacía cerca de un año tratando de levantar un digital de temática económica con muy pocos medios pero con mucha ilusión y bastante libertad. Era alguien de la casa en un momento en el que, por problemas económicos a los que siguieron impagos reiterados, el diario estaba perdiendo a muchos de sus columnistas. Algunos realmente buenos como Gabriela Bustelo, que escribía dos columnas a la semana en la página dos del diario dentro de una sección llamada “La Contracrónica” que albergaba a varios columnistas.
Esos dos espacios que pertenecían a Gabriela pasaron a mi y yo, para que negarlo, me sentí la persona más afortunada del mundo. Por mi edad y por las peculiaridades de una carrera periodística, la mía, realizada básicamente en la televisión y en diarios digitales, nunca supuse que tendría la oportunidad de escribir una columna semanal en un diario impreso… no digamos ya dos y en la segunda página de un diario nacional, enfrente del mismísimo editorial. Tampoco parecía muy probable que diesen una columna a un liberal de mi especie, un descontrolado que sacude a diestra y a siniestra, que está a mal con los tirios, a muy mal con los troyanos y que simplemente no está con los rajoyes, las sorayas y los montoros, dilectos representantes de un partido al que había votado la mayor parte de lectores de La Gaceta.
Esos dos espacios que pertenecían a Gabriela pasaron a mi y yo, para que negarlo, me sentí la persona más afortunada del mundo. Por mi edad y por las peculiaridades de una carrera periodística, la mía, realizada básicamente en la televisión y en diarios digitales, nunca supuse que tendría la oportunidad de escribir una columna semanal en un diario impreso… no digamos ya dos y en la segunda página de un diario nacional, enfrente del mismísimo editorial. Tampoco parecía muy probable que diesen una columna a un liberal de mi especie, un descontrolado que sacude a diestra y a siniestra, que está a mal con los tirios, a muy mal con los troyanos y que simplemente no está con los rajoyes, las sorayas y los montoros, dilectos representantes de un partido al que había votado la mayor parte de lectores de La Gaceta.
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