Siguiendo la estela de mi admirado Jotaemeguardia acabo de descubrir que el periodismo de kalidá™ es sólo una parte de todo lo bueno que cada día nos ofrecen los periódicos. Ayer en la versión de El País para víctimas de la LOGSE, es decir, en Público, se estrenó una columnista, perdón, kolumnista, muy joven que, según cuenta en su blog se centrará en “entrevistas a distintos jóvenes de entre 16 y 30 años. Se llama "Tráfico de hormonas" y aparece en el suplemento Esclavo Libre”. La sujeta firmante, escribiente y columnahabiente se llama Luna Miguel y es el arquetipo de lector del papel rouresí: semianalfabeto, logsizado y presuntamente rebelde y creativo. En definitiva, una pena de gente que vivirá de sus padres hasta que el Estado, siempre caritativo, los eutanasie de una inyección letal cuando su vida no merezca la pena ser vivida. Porque de estos hijos no podemos esperar.
La primera aportación a la humanidad de la pava esta se titula “Llevar los pantalones” y nos regala perlas como las que siguen:
“Ahora que me voy a vivir con el turco son muchas las dudas y miedos que me asaltan. ¿De verdad el día a día, el cara a cara 24/7, el roce continuo… nos llevará a follar menos?”
Es decir, que la gachó o tiene un novio turkichi o se trata de un McCoy (hijo de McCoy, nieto de McCoy, biznieto de McCoy y así desde que se inventó la cosa) poligonero al que llaman "El Turco", de esos que se rapan con la Remington y meten unas hostias como panes en la puerta de la dijcoteca. Ojo al dato fundamental, lo que le produce muchas "dudas y miedos" es eso de pencar más o menos... y ninguna otra cosa más.
La narración prosigue contándonos que eso le dicen siempre pero:
“yo no quiero follar menos, joder, qué sería de mí entonces”.
Pues nada, mujer, amórrate al muslime (o al cani) y deja fluir tus instintos juveniles no vaya a ser que termines por asaltar la prólija huerta nacional: la multiforme zanahoria, el carnoso pepino o el socorrido nabo, y no precisamente para hacerte una ensalada.
Por suerte la rijosilla Luna (que ya hay que ser tío cursi para llamar a una niña así, merecido tiene, desde luego, quien la engendró que le haya salido como le ha salido) tiene una colegui, Carolina Callejo, de 21 palos, que vive con su pivo y le resuelve la duda existencial:
“Yo follo bastante, puede que incluso más que antes. Ahora, además, tengo el sitio para hacerlo cuando quiera, asegura. Quizá los que se quejan sean treintañeros amargados que se han ido tarde a vivir con sus parejas sólo cuando sus padres ya les han echado de casa”.
Puritita sabiduría. Carolina, eres un libro abierto. La lástima son esos “treintañeros amargados”, probablemente votantes del PP, nostálgicos del Régimen y de misa diaria que ¡ay! no disfrutan todo lo que debieran de la suavidad del lecho, de los pechitos valentones y de las caderas anchas como búcaros de sus fundamentalistas parientas, todas opusinas, reprimidas y radioescuchas de Federico. Menos mal que tenemos a Carolina Callejo y a su amiga Luna, gran follatriz nacional, retroprogre de alcurnia bloguera, Shere Hite de baratillo, uterina enfurecida, perita en prejuicios, tontalbote.
Es posible, claro, que Carolina no sea todo lo anterior y haya "encontrado el producto milagroso del amor, afrodisíaco eterno, qué se yo". Saber, lo que se dice saber, no sabes nada Luna Miguel, ves haciéndote cargo. En el libelo nachojcolarino te publican estas cosas porque de verdad creen que son unos tíos modernos o, mejor dicho, son tan simples que están convencidos de que la modernidad pasa por hablar mucho y mal de la sexualidad, especialmente de la femenina y con especial predilección de la de crías de 19 años.
Volviendo sobre el tema, Carolina, protagonista voluntaria de "Tráfico de hormonas", resulta que tiene un novio (ojo, novio, no pareja, ni chico... Luna, que te van a quitar la kolumna por utilizar léxico farcihta), un tal Raúl, de 31 años y sin más detalles de filiación, profesión y aficiones, es decir, que ni es morapio ni es macarra, lo cual es un alivio. Los padres de Carolina, votantes de ZP, gente de progreso, noalaguerríes-nunca mais la mar de enrollados "no se opusieron en ningún momento, el chaval era majo y ella estaba enamorada ¿qué más se puede pedir?" Pero esa zapaterina felicidad no es completa. Los abuelos, probablemente Legionarios de Cristo, "tienen la típica mentalidad conservadora de la gente de su edad", vamos, para agarrotarlos allí mismo, pero ¿a quién se le ocurre tener mentalidad conservadora y ser "gente de su edad"? Así no hay quien sea joven nestepais.
Carolina, que todavía no puede eutanasiar al abuelaje carca porque Zeta no ha rematado la ley al efecto, piensa en casarse, pero "nada de iglesia, dice, porque aunque esté bautizada y haya hecho la comunión lo que predica esa gente no le convence". Tan previsible que hasta da pereza comentarlo, sólo le ha faltado decir el manido "creo en Dios pero no en los curas" y quedarse más ancha que larga.
Espero que la próxima semana Luna Miguel no me defraude y eleve un par de grados la kalidá de su colaboración periodística. Ella hará su kolumna, yo haré el agosto. Los dos ganamos, y el moro ni os cuento.
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