Doce menos veinte de la mañana del 22 de noviembre de 1963. Todo el personal del hospital Parkland Memorial de Dallas se encuentra preso de la histeria. Una limusina descapotable de color negro acaba de dejar en la misma entrada de urgencias de la clínica el cuerpo agonizante del 35º presidente los Estados Unidos.
Alguien llama a un sacerdote católico al quirófano y allí mismo le da la extremaunción. Los médicos ya han certificado su muerte unos minutos antes. Por orden del vicepresidente Johnson se introduce el cadáver en un ataúd y se lleva con una velocidad sorprendente hasta el aeropuerto de Love Field. En la aeronave del presidente, el célebre Air Force 1, se produce una de las escenas más tétricas de la historia íntima de los Estados Unidos. Lyndon B. Johnson jura el cargo en la estrechez de la cabina flanqueado por la viuda del difunto JFK cuyos restos descansan aun calientes en un féretro situado en la misma estancia.