Túnez o, mejor dicho, Tunicia, es un invento muy reciente. Lo crearon los franceses de la nada. A finales del siglo XIX la Tercera República Francesa se encontraba en plena expansión colonial en África. Anexionada Argelia, los militares galos ambicionaban hacerse con los despojos otomanos en el norte de África a modo de compensación por el dominio incontestable que los británicos tenían sobre las rutas marítimas en el Mediterráneo.