Se preguntaba Pío Moa hace una semana por qué nuestra sociedad da líderes políticos de tan baja estofa como Adolfo Suárez o José Luis Rodríguez Zapatero. Del primero, elevado a los altares tras cinco años en el poder y un lamentable paso por la oposición, se sabe casi todo, y casi todo lo que se sabe es mentira, está tergiversado u obedece a planteamientos más emocionales que racionales. Del segundo, sus disparates están tan a la vista que, aunque estén haciendo historia, todavía pertenecen a la crónica de actualidad.