Karl Marx, rebautizado Carlos en España por no se sabe bien qué razones, se pasó la vida pidiendo dinero prestado para no devolverlo jamás. Fue el arquetipo elevado al cubo de lo que él denunciaba: un vago, un caradura, un ser irascible, egoísta y desalmado que vivió, literalmente, a costa de los que le rodearon durante sus 64 años de vida.
Tras el célebre retrato que John Mayall le hizo en Londres allá por 1875, algo se atisba: muestra un hombre con barba muy poblada pero anárquica, medio negra medio cana, que sube por los lados de la cara, tapando las orejas, hasta llegar al pelo, con el que se funde en un amasijo greñoso y descuidado. Aunque lleva una levita limpia bajo la que esconde la mano, el retratado no parece un sabio, sino un mendigo al que algún alma caritativa, por alguna razón difícil de explicar, ha decidido inmortalizar.
miércoles, 28 de abril de 2010
miércoles, 14 de abril de 2010
Houston, tenemos un problema
La tripulación del Apolo XIII (de izqda. a dcha. Lovell, Mattingly y Haise) |
Hace hoy 40 años el Apolo XIII, último grito en naves espaciales de la época, se rompió entre la Tierra y Luna, más cerca de la segunda que de la primera. Fue el primer gran fracaso del programa espacial americano, puso al mundo en vilo, a tres hombres al borde de la muerte y demostró lo vendidos que estamos cuando nos da por viajar al espacio exterior, lejos de la grávida y confortable órbita de nuestro pequeño y azulado planeta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)