El 19 de enero de 1924 venía al mundo en Marsella, la capital del soleado Mediodía francés, Jean-François Ricard. Dos días más tarde, el 21, en uno de estos caprichos que la historia tiene de tanto en tanto, moría, muy lejos de allí, Vladimir Ulianovsk, Lenin. En aquellos movidos años de entreguerras se descompuso el mundo que había venido siendo desde los tiempos de Napoleón y se dibujó el que sería, el que ha llegado hasta nuestros días. Jean-François, que era aún un infante de corta edad, no lo sabía, pero el destino le había hecho nacer en el momento inaugural de un siglo que 80 años después él mismo se encargaría de rebautizar como "el de las sombras".
La familia Ricard no era ni muy rica ni muy pobre, ni poblada por patanes ignorantes ni excesivamente culta. Se trataba de una familia de clase media francesa que observaba las fiestas de guardar y era lo suficientemente sensata como para dar la oportunidad a sus hijos de dotarse de una buena formación. Enviaron a Jean-François a estudiar a la Escuela Libre de la Provenza, y una vez se hubo graduado como bachiller –literario, para más señas– fue a Lyon, en el amplio valle del Ródano, para matricularse en la Escuela Normal Superior. En la Normal tendría por maestro a Louis Althusser. No vio nada extraño en él, al menos en aquel momento. Ya tendría oportunidad de verlo más tarde.
domingo, 24 de diciembre de 2006
miércoles, 6 de diciembre de 2006
El valor no es objetivo
750.000 euros por un vestido. Se trata del que Audrey Hepburn se puso en "Desayuno con diamantes" y lo acaban de subastar en Christie's. El escritor francés Dominique Lapierre, que era el dueño de la prenda hasta ahora, está encantado porque, según parece, semejante dineral lo va a dedicar a "comprar ladrillos y cemento que servirán para construir escuelas para los niños más pobres del mundo." De la transacción se pueden extraer dos enseñanzas muy válidas para los tiempos que corren:
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