Anda el personal muy revuelto en Madrid con lo de cambiar el nombre de las calles. Y cuando digo secta no hablo de los cuatro vándalos antisistema de siempre, sino del moderadísimo, dialogante y modélico PSOE, el mismo partido que los alemanes del SPD exhumaron en los años 70 para que liderase a la izquierda española tras el franquismo. Quieren que se cambie el nombre de 300 y pico calles porque recuerdan el "horror, la infamia, la sangre, la violencia, los asesinatos y el enfrentamiento entre españoles". Un grupete de vengadores de la memoria disfrazados de chupatintas municipales ha ensayado un piloto en la calle General Yagüe cambiando la placa por otra más, digamos, integradora: Calle Fraternidad. Se entiende por fraternidad la que ellos se dispensan mutuamente dentro del partido entre puñalada y puñalada.