Importar bienes y servicios es bueno para usted, bueno para la empresa en la que trabaja y bueno para la economía en su conjunto hasta tal punto que sigue siendo bueno cuando algunos negocios se ven obligados a echar el cierre. ¿Le sorprende? ¿No le cuadra la idea de que si compramos mucho al exterior nuestra economía pueda beneficiarse de ello? No se preocupe, es lo habitual. En asuntos como el comercio internacional sigue muy presente la mentalidad mercantilista en virtud de la cual la economía es un ejercicio de suma cero en el que unos ganan vendiendo y otros pierden comprando. Tal convencimiento hunde sus raíces en la noche de los tiempos, en el pasado más remoto de nuestra especie cuando ni se compraba ni vendía. Las “transacciones comerciales” eran por la fuerza y, efectivamente, implicaban que una parte se enriqueciese y la otra se empobreciese de manera súbita y, las más de las veces, inesperada.